jueves, 30 de diciembre de 2010
Boney M. "Daddy Cool" (Sopot 79)
miércoles, 29 de diciembre de 2010
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Unos cuantos -y desconocidos- inspectores de la Guía Michelin han recorrido España para sembrar o retirar las correspondientes estrellas que dicha guía concede a los restaurantes que, según su criterio, son los mejores del mundo. Las decisiones suelen ser tan arbitrarias y desconcertantes que hay que dejarlas en lo que son, unas distinciones algo caprichosas que bajo ningún concepto hay que seguir al pie de la letra pero que, por lo visto, son tenidas muy en cuenta por algunos profesionales de la restauración. Recibir una de ellas parece ser como ver de nuevo a un padre recién resucitado y no obtenerla crea en algunos unas frustraciones parecidas a que les hayan matado al mismo padre. Habida cuenta de que hay restaurantes que enfocan su trabajo exclusivamente a complacer el gusto y criterio de los michelines buscando la polémica estrellita, se entiende que se contraríen si no la reciben tras años de andar en su busca; también se entiende que algunos crean que le han concedido un Oscar cuando la guía los señala con su polvo de estrellas. Pero se comprende menos que trabajen más para unos inspectores de gusto cambiante que para sus propios clientes. Imagino que ser distinguido y «estrellado» hará que mesnadas de hombres y mujeres colapsen las reservas durante meses, pero ¿de veras consulta tanta gente la Michelin para ir a comer a tal o cual sitio? ¿Tiene tanta influencia en España el gusto afrancesado de estos sibaritas? Resulta indudable que todos los señalados en nuestro país atesoran excelencia gastronómica, son refinados artistas, innovadores y creativos. Los que están, son. Algunos, un tanto exagerados y creadores de esa comida que consiste en no saber exactamente qué estás comiendo, con abuso de artificios pirotécnicos y de tecnología de laboratorio, pero son. Está por ver que concedan una estrella a alguien que, sencillamente, cocine una fabada excepcional, pero valga entender que premien la imaginación y la búsqueda permanente de la exquisitez en miniatura. No obstante, de ahí a considerarla una biblia infalible media un considerable trecho. Sirva como ejemplo que la ciudad de Tokio acapara unas doscientas setenta estrellas entre todos sus restaurantes, mientras que Barcelona o San Sebastián, dos urbes en las que comer es un permanente homenaje a lo bueno, apenas agrupan veintisiete (aunque Donosti sea, eso sí, la más laureada en proporción por habitante). Será que se venden muchas más ruedas en Japón, no lo sé. Por alguna razón que desconozco, uno de los mejores restaurantes del mundo, el Hispania de Arenys-Caldetas, ha visto cómo se le retira una de las estrellas concedidas anteriormente, cosa que a las hermanas Rexach no les debe de quitar el sueño, ya que están tan por encima de la media que seguro se han echado unas risas a cuenta del cuento. Me advertía el hondísimo Gómez Marín de la natural tendencia de las sociedades decadentes a refinar y sofisticar su cocina, uno más de los gastos suntuarios característicos de una cierta descomposición social. Y me ponía en la pista de Marco Gavio Apicio, gastrónomo romano supuesto autor del primer tratado gastronómico más o menos conocido: De re coquinaria. El historiador gastronómico Carlos Azcoytia lo recrea muy bien en sus gastrocrónicas: Apicio era excéntrico y dado al desenfreno como sólo un romano decadente podía ser. Lo opuesto a un estoico, vamos. Alimentaba sus cerdos con higos secos y vino con miel, los mataba por sorpresa para que su hígado no sufriera y obtenía con ello, por lo visto, un extraordinario sabor de sus carnes. Sus recetas eran aún más complicadas que las de cualquiera de las estrellas de la gastronomía de estos tiempos. De bacanal en bacanal, se quitó la vida al comprobar que sólo le quedaban diez millones de sestercios con los que seguir golfeando, que vendrían a ser unos tres millones de euros de hoy en día. Para lo que me queda, mejor me bebo un vaso de veneno, debió de pensar. Y se lo tomó. Hoy proliferan los Apicios dentro y fuera de las cocinas. Ya entonces cocinaba con pétalos de rosas macerados en salsa de garum, que es algo que me suena haber leído en alguna carta por ahí. Estoy convencido de que ha resucitado y ha sido contratado por la Michelin y que es el responsable de retirar alguna estrella a quienes simplemente guisen unos deliciosos guisantes. Así está la cosa. | |
lunes, 13 de diciembre de 2010
ENRIQUE MORENTE "Hasta siempre, maestro"

Discografía
martes, 7 de diciembre de 2010
Instant Karma - John lennon
John Lennon - Jealous Guy subtitulo ingles y español
domingo, 5 de diciembre de 2010
La voz de Xabier Lete se apaga
W EL ESCRITOR Y POETA VASCO MURIÓ AYER A LOS 66 AÑOS TRAS LUCHAR CONTRA UNA GRAVE ENFERMEDAD
W FUNDADOR DE "EZ DOK AMAIRU", ES UNA DE LAS FIGURAS FUNDAMENTALES DE LA CULTURA EUSKALDUN
M. REDONDO/JOANA PÉREZ - Domingo, 5 de Diciembre de 2010 - Actualizado a las 04:47h.

Xabier Lete acudió por primera vez a la Azoka de Durango hace justo dos años. (José Mari Martínez)
Vista:
BILBAO. "Si la vida me respeta quiero escribir dos libros más; así dejaría mi tarea hecha", confesaba Xabier Lete a este periódico momentos después de recibir en 2009 el Premio Euskadi de Literatura por su último poemario, Egunsentiaren esku izoztuaken, uno de sus libros más personales. Pero no ha podido ser. El cantautor y poeta de Oiartzun fallecía ayer a los 66 años de edad en el Hospital de Donostia, donde se encontraba ingresado en estado de "gravedad" desde el pasado viernes.
Lete estaba bajo sedación y los médicos ya se mostraban pesimistas. Considerado como el mejor poeta euskaldun vivo, padecía problemas de salud desde hace tiempo. Pero la verdad es que había empezado a morir poco a poco cuando su mujer y compañera Lurdes Iriondo falleció en 2005.
Lete no sólo tuvo nostalgia por la ausencia de su mujer, sino también por todos aquellos compañeros desaparecidos, entre ellos, Jexux Artze, Julen Lekuona, Mikel Laboa, miembros de Ez dok amairu, con los que compartió "años muy difíciles, pero de mucha ilusión, mucha pasión, mucho coraje y vigor porque éramos jóvenes". Y también por aquellos "referentes para mí en la poesía, en el pensamiento, en la espiritualidad. A estas personas las tengo muy presentes. Se marcharon sin ningún premio ni ningún reconocimiento oficial de nadie. Ahora se están haciendo estudios de sus obras y se les está tratando bien, como es el caso de Bitoriano Gandiaga o Juan Mari Lekuona, pero en su época estuvieron prácticamente oscurecidos. No digo condenados al ostracismo, pero de alguna forma olvidados en un rincón oscuro. Hoy, cuando releo su obra y veo qué grandes poetas eran, me da mucha pena", recordaba en una entrevista a este periódico.
Su muerte ha llegado justo en el momento en que la Azoka de Durango abría sus puertas. Justo como ocurría también hace dos años cuando fallecía el cantautor donostiarra Mikel Laboa, icono de la cultura vasca, y amigo incondicional de Lete.
Ahora, el mundo de la cultura vasca, inmerso estos días en la Azoka de Durango, donde Xabier Lete presentó hace dos años su último libro -Egunsentiaren esku izoztuak (Pamiela, 2008)- lamenta también la ausencia de Lete. Durante todo el día de ayer, numerosos visitatnes, se acercaron hasta el expositor de la editorial navarra para interesarse por el estado del autor, aunque, finalmente, tras cerrarse las puertas de Landako, se confirmaron los peores presagios. Lete había fallecido.
MÁS QUE TRECE. Nacido en Oiartzun en 1944, Xabier Lete ha trabajado en diversos ámbitos como la música y la literatura. Desde bien joven comenzó a escribir, siendo un colaborador asiduo de la revista Zeruko Argia.
Su carrera profesional no se podía separar entre música y literatura. Ambas creaciones artísticas iban unidas de la mano de Lete. Ya en 1965 participó en la creación del grupo Ez Dok Amairu junto a Mikel Laboa, Benito Lertxundi, Jose Anton Artze, Jose Angel Irigaray y Lourdes Iriondo. Jorge Oteiza fue el que creó el nombre del grupo con la pretensión de unir todas las disciplinas de la cultura vasca en un momento crítico debido al continuo acoso del régimen franquista. Sin embargo, Ez Dok Amairu terminó por desaparecer.
Pero Ez Dok Amairu fue mucho más que trece. Aquellos años resultan difíciles de olvidar para muchos. "Incluso nos llevaron a comisaría porque había un par de letras que no le gustaban a Franco", relataba el mismo Lete. Fueron tiempos duros en los que el público vasco lloraba de emoción al ver a los cantautores vascos cantando. El grupo tuvo un papel importante en esos momentos, cuando aún en el franquismo hubo un resurgimiento de la cultura vasca.
El grupo se disolvió en 1972, aún en la dictadura, después de presentar el espectáculo Baga, biga, higa. Los artistas que conformaron el grupo siguieron sus propios caminos en solitario, convirtiéndose en referentes de la música y la cultura vasca. Varios de los miembros del grupo han fallecido en los últimos años. El escritor Julen Lekuona murió en 2003 y Lourdes Iriondo en 2005. En 2008 fallecía Mikel Laboa. Ahora desaparece otro de sus pilares. Lete siguió por la senda musical junto a la que era su esposa, Lourdes Iriondo. Realizó varias colaboraciones con otros cantantes, entre ellos con Antton Valverde, con quien pone voz y música a la poesía de Lizardi y a los bertsos de Txirrita entre 1975 y 1978.
Tras la publicación de Urrats desbideratuak, Lete abandonó por un tiempo la creación literaria para meterse de lleno en el mundo de la política. A lo largo de la década de 1980, el poeta ostentó los cargos de Director General, primero, y Consejero, después, dentro del Departamento de Cultura de la Diputación Foral de Gipuzkoa. Debido a problemas de salud se apartó definitivamente de la actividad pública. Pero el público nunca le abandonó. Ez adiorik.